"No os dirijáis a los ricos: de ordinario les falta la verdadera caridad y la fidelidad. He aquí la pobreza: Los pobres y los ricos son desiguales. Ahora bien, lo sabéis, sólo hay amor entre los iguales. No existe, pues, verdadero amor entre los ricos y los pobres, porque a los primeros les falta la fuente de donde brotan el amor y la entrega verdaderos. El rico casi siempre da por algún interés. Por la limosna quisiera ganar el cielo o alejar de sí las penas del infierno. Ahora bien, esta esperanza y este temor no son ciertamente los signos del amor y de la entrega verdadera. Los ricos no se aman más que a sí mismos, y si creyeran que pudieran ir al cielo sin el pobre, con mucho gusto tendrían pocas relaciones con él y la menor benevolencia posible. Hacen muy poco por el pobre; no alcanzan a elevarse hasta el don perfecto, como lo pide la verdadera caridad, y si dan mucho es porque se encuentran obligados y forzados por la necesidad. Además, el pobre está desprendido de todas las criaturas; el rico, por el contrario, se apega todavía más. ¿Cómo siendo tan diferentes uno de otro podrán sentir un amor verdadero el uno por el otro? Ahora bien, el rico no tiende a nada tanto como a sí mismo y a las criaturas, ¿cómo sería capaz del amor verdadero? Hay que añadir que la verdadera caridad es completamente espiritual, porque procede del Espíritu Santo: el rico, por el contrario, es totalmente terreno, ¿cómo podría poseer la caridad espiritual? En fin, el verdadero pobre no es conocido por los ricos; no puede, por consiguiente, ser amado por ellos, porque esas dos cosas, conocer y amar se siguen como el efecto sigue a la causa, según las palabras de san Agustín: Se puede amar bien lo que no se ve; pero nadie ama lo que no conoce."
Do sermão de John Tauler, Místico do Séc. XIV dominicano
De facto, quem está cheio de si ou do dinheiro não pode amar....
terça-feira, setembro 09, 2008
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